Ayer, domingo 27 de marzo se publicó en el suplemento Expansión & Empleo del diario El Mundo un artículo escrito por Eduardo Vizcaíno, Director General de Shl Psicólogos empresariales, en la columna de opinión, titulado "La mala educación".
En dicho artículo se habla del gran cambio que está teniendo lugar en la sociedad actual en referencia a las relaciones humanas y contactos personales. Según muchos la sociedad está progresando con la falta de educación y normas, pero según otros, como el autor del artículo y yo, opinamos que esto en verdad está siendo un auténtico retroceso social que empieza a ser muy preocupante. Cada día que pasa se van perdiendo las normas de comportamiento, la urbanidad, la educación, la cortesía, el civismo, ... Y hasta el mundo de la empresa y los profesionales empiezan a experimentar esa mala educación.
-Cada vez se valora más a las personas por lo que tienen, no por lo que son.
-La alta competitividad está favoreciendo la falta de ética y moralidad, faltando al respeto a las normas y principios básicos de convivencia.
-Hay una gran carencia de valores sociales que impone la ley del "todo vale", basándose en la libertad y democracia, cuando eso en verdad es libertinaje.
"Cada día es más habitual ver cómo las personas dejan a un lado su buena educación (si es que en algunos casos la han llegado a tener) y el respeto a las mínimas normas de comportamiento y urbanidad, para pasar a ser directivos (da igual la longitud y altura de su cargo) soberbios, engreídos y endiosados que no pueden perder su precioso y ocupado tiempo para atender a cualquier humano normal que ose molestarles en su dura y estresada jornada laboral. Porque, cada vez más, la mala educación, la ausencia total del respeto a las mínimas normas de cortesía, la carencia de formas y la desaparición de una etiqueta en las relaciones laborales se están imponiendo. Da lo mismo que nos citen a las diez. Aparecemos a las once, ya que lo elegante es llegar tarde y que el otro espere. Si escriben solicitándote alguna información, o invitándote a un acto comercial o social, ¿para qué contestar agradeciendo la invitación y excusando nuestra imposible asistencia?, ¿para qué confirmar por mucho que lo diga la invitación? Si voy, voy; y si no lo hago, más pierde el que invita. Si llaman por teléfono, cuanto más difícil sea dar con uno, más importante parece, y más tratan de localizarle.Cada vez en mayor medida, y por desgracia, la mala educación reina en las relaciones profesionales, comerciales y humanas, en esta sociedad que antepone los principios de cantidad (cuanto más tengo, más valgo) a los de categoría (cuanto más sé, más se me valora). Y así nos luce el pelo."
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