Jaime Peñafiel escribió el pasado 24 de abril en el suplemento Crónica, del diario El Mundo, un artículo de su sección "Mi Semana", que está en la contraportada. En dicho artículo se cuenta la historia titulada "La reina de blanco" que habla sobre la tradición de las monarcas españolas de vestirse de blanco ante el Papa.
"Nadie se pone de acuerdo sobre el origen del privilegio papal que permite, no sólo a las reinas de España, sino a todas las reinas católicas, acudir ante el Papa vestidas de blanco. Ni la Nunciatura Apostólica en Madrid, que me remitió a Roma, ni los monseñores de la Santa Sede e, incluso, ni Paloma Gómez Borrero, que del tema sabe más que nadie, supieron darme razón. Tampoco La Zarzuela. Pero un monseñor de la curia vaticana creía recordar que fue León XIII quien concedió este privilegio a la reina Victoria Eugenia. Otro monseñor piensa que se trata de una vieja dispensa a María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, aunque el experto no recuerda quién era el pontífice. Dado que la soberana lo fue de 1788 a 1819, pudo ser Pío VI (1775-1799) o Pío VII (1800-1823).La embajada de España ante el Vaticano tampoco sabía mucho más, a pesar de los esfuerzos personales por averiguarlo del embajador Jorge Dezcallar, un diplomático asequible y con excelentes relaciones con la prensa. Como Chencho Arias, uno de los grandes embajadores que ha tenido España y al que, lamentablemente y desde hace un año, el ministro Moratinos tiene haciendo pasillos, sólo y exclusivamente por haber servido con lealtad al Gobierno español de turno. ¿A quién si no tiene que servir un embajador? En la representación diplomática, creen que el privilegio es sólo y exclusivo para las reinas españolas. Lo que ha sucedido, según ellos, es que las reinas católicas de otros países europeos se han aprovechado de ello. Aunque Doña Sofía asistió al funeral del Papa Juan Pablo II de negro, pudiendo haberlo hecho de blanco, se reservó este color para la entronización de su sucesor. De blanco también lo hacen Paola de los belgas y la Gran Duquesa de Luxemburgo, María Teresa Mestre, esa cubana de La Habana que, por matrimonio, se convirtió en soberana"
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