En el VIII Congreso de Formación del Profesorado celebrado en Ávila, 5, 6 y 7 de Junio de 1996, organizado por Asociación Universitaria de Formación del Profesorado (AUFOP), se presentó el Estudio "Sociabilidad y buenos modales"(pdf), realizado por Alfredo Goñi Grandmontagne, José Luis de Miguel Arnáiz y Miriam Ruiz de Eguino Gamarra-Mayor.
-Dice en su resumen: Los buenos modales y las normas de urbanidad varían de una época a otra, de una a otra cultura; en cambio, de acuerdo con Turiel, la distinción entre convención y moralidad es universal. Según nuestros datos sobre cómo se entiende la función social de las formas de saludo, ambas tesis se complementan: las diferencias interindividuales son de carácter tanto evolutivo como cultural.
-La introducción es muy clara a cerca de la situación actual de la cortesía en la sociedad y sobre todo el la enseñanza:
Urbanidad, cortesía, civismo, corrección, buenas maneras... Durante siglos los tratados de civilidad constituyeron una de las piezas básicas de los aprendizajes elementales, uno de los pilares indiscutidos de la enseñanza escolar. En cambio desde finales del
siglo XIX y durante el siglo XX los códigos de trato social experimentan una clara devaluación. ¿A qué viene, entonces, retomar ahora estas cuestiones? A que para la sociabilidad son indispensables unas ciertas reglas de juego; a que ninguna sociedad puede prescindir de ellas. Siempre será necesario que existan modos de regulación del comportamiento en sociedad.
¿Qué criterios oferta la teoría educativa al respecto? En la formación del profesorado apenas se viene prestando atención, en los últimos tiempos, a estas cuestiones a pesar de que inevitablemente, en la práctica, se sustentan posiciones más o menos explícitas. Quizá lo que estaba faltando era disponer de un enfoque fiable desde el que plantear las relaciones entre cortesía y convivencia. La propuesta que a continuación se presenta permite, a nuestro juicio, empezar a resolver esa carencia.
Hablar de urbanidad, de buena educación, de saber comportarse... suena con frecuencia a falsedad premeditada, a autocontrol interesado, a rigidez protocolaria, a asunto educativo menor. La cortesía, en efecto, no es precisamente la dimensión más emblemática de la educación sociopersonal ni la que más preocupe a la teoría e investigación educativa. Y, sin embargo, se trata de algo tan cotidianamente omnipresente que al profesorado, y quizá más aún a los padres, les plantea frecuentes quebraderos de cabeza. Tras un período histórico de sistemático olvido, cuando no de denigración, vuelve a interesar la cortesía y quizá por algo tan elemental como que, después de todo, es más agradable recibir excusas que insultos, sonrisas antes que muecas, intenciones antes que indiferencia.
-El estudio está realizado desde una perspectiva culturalista, el conocimiento es algo socialmente construído y compartido, de ahí que las ideas que las personas sostienen sobre las relaciones sociales tiendan a ser similares en el seno de cada cultura pero suelen variar de un contexto cultural a otro; y también desde una perspectiva teórica constructivista, destacan las características más transculturales del razonamiento sobre convenciones.
-Aporta distintos conceptos de la civilidad:
1. La cortesía humanista
ERASMO publicó el año 1530 un libro, De civilitate morum puerilium libellus, dirigido a todos los niños sin excepción, en el que presenta un código común de comportamientos en orden a facilitar las interacciones sociales y a establecer un vínculo social.
2. La civilidad cristiana y escolarizada
Cuando el modelo de la civilidad se hace cristiana, experimenta profundas transformaciones: (a) dada la tendencia pecaminosa del niño al mal, es preciso preservarle programando un minucioso control, con asombroso detalle de reglas, de todos los comportamientos diarios; además (b) las personas ya no podrán mostrarse como son: las exigencias del decoro, indisolublemente cortés y cristiano, así lo exigen; pero (c) donde con más rigor actúan las imposiciones de la civilidad es en el cuerpo al considerarlo a la vez soporte de las más vergonzosas pasiones y templo del Espíritu Santo.
Por otro lado la civilidad se escolariza convirtiéndose en uno de los pilares más básicos e indiscutidos de la enseñanza escolar hasta bien entrado el siglo XIX.
3. Moralidad y cortesía
Moralidad no es cortesía aunque sí pueden ir unidas, ya que una persona que ame al prójimo no puede ser descortés; más bien, al contrario, donde alcanza su máxima y más rica expresión el interés y aprecio por los demás será precisamente en el cuidado de los detalles.
Tener atenciones con los demás, cuidar las formas y detalles, limar todo lo que pueda herir... eso sería la cortesía.
4. Civilidad cortesana
El Cortesano, de Baltasar Castiglione, ofrece una versión de la civilidad muy alejada de la erasmiana; más que un código de buenas maneras es un directorio de cómo respetar las diferentes condiciones sociales y las distancias. Los preceptos de civilidad se ponen al servicio de las relaciones entre personas según su rango, prestigio y autoridad; las normas de urbanidad resultan así una de las formas. Sociabilidad y buenos modales de expresión más nítidas de cómo una sociedad refleja su sistema de jerarquías en el modo de actuar de sus actores. De otro lado, los cortesanos son, por antonomasia, los profesionales del trato mundano; la corrección la detenta únicamente un grupo cerrado que es el único dueño de los criterios de perfección.
5. Convención y conveniencia
La sociedad sanciona fuertemente a quienes se desvían, o se muestran poco celosos, de las convenciones. La reacción grupal es frecuentemente muy dura respecto a los anticonvencionales. Y la razón es precisamente que las convenciones surgen en el interior de un grupo y representan a ese grupo. Lo que no se le perdona fácilmente a la anticonvencionalidad es el distanciamiento, el desapego, la falta de entusiasmo... por el grupo. De ahí también que los buenos modales tienen que ver con las habilidades sociales que permiten la fluidez en las interacciones sociales.
6. El individualismo anticonvencional
Desde finales del siglo XIX y durante el siglo XX se generaliza un cierto relativismo respecto a los códigos de civilidad. De un lado, se plantea la duda de si existe, y debe existir, un único código universal o si más bien todo código no deja de ser sino uno entre otros posibles; de otro, se reclama un cierto margen de discrecionalidad en su uso: seguir los códigos, decía MONTAIGNE, pero no con tan gran servilismo que lleguen a constreñir la vida.
Más radical es aún la crítica que esgrime en su contra el carácter acartonado y forzado de las normas de urbanidad y cortesía que terminan por asfixiar la espontaneidad y autenticidad de las relaciones. La búsqueda de congruencia entre los sentimientos humanos más viscerales y su reconocimiento consciente es una de las recomendaciones terapeúticas más en boga de la psicología reciente frente a la cual la parafernalia de la cortesía parece introducir una inútil complejidad.
De otro lado, la manera más eficaz de conseguir que decaigan prescripciones anticuadas y que las relaciones entre personas se vuelvan menos tensas puede exigir la adopción de determinados comportamientos por más que hieran a terceras personas y ser en realidad auténticas descortesías.
-Pautas universales en la comprensión de las convenciones:
Comprender el sentido de la organización social, o la función que las convenciones y la cortesía juegan en la vida social, exije un cierto desarrollo cognitivo. TURIEL sostiene que las ideas de las personas sobre la cortesía y los buenos modales experimentan sucesivas reorganizaciones evolutivas, en fases de rechazo y aceptación, que culminan en la comprensión de que las convenciones sociales facilitan las interacciones en la vida social. Recientemente se ha postulado, para comprender cómo se organiza el conocimiento social, la necesidad de considerar cómo se combina el conocimiento prescriptivo sobre "lo que debe hacerse" con los conocimientos informativos (históricos, ideológicos...) sobre la realidad.
-Constructivismo y mediación cultural
Puede no haber superioridad en sostener que la cortesía se apoya en acuerdos modificables o que facilita la convivencia, que favorece el respeto moral o que, por el contrario, contribuye a consolidar discriminaciones inaceptables, inadecuadas, anticuadas o incluso perversas. La sensibilidad de cada persona hacia una u otra de estas versiones, de otro lado, es de suponer que se haya visto afectada por mediaciones culturales.
Ahora bien, cabe esperar que las dimensiones estructurales del conocimiento se ajusten a características más transculturales y/o universales entre las que cabe indicar:
a. una concepción más bien opaca del papel de la civilidad durante los primeros estadios del desarrollo cognitivo; b. progresión evolutiva en la capacidad de contemplar a la vez un mayor número de aspectos; c. Incremento con la edad del relativismo crítico y de la flexibilidad en el uso de las convenciones sociales.
-Estudio sobre las formas de saludo: Investigación que tiene por objeto analizar, mediante una entrevista semiestructurada de inspiración piagetiana, cómo se razona sobre distintas convenciones sociales. Se presentan cinco situaciones hipotéticas en las del comportamiento intencionado de el/la protagonista puede interpretarse como una violación de una norma social.
Los resultados se refieren a cómo se entienden las formas de saludo (el uso del tú y del usted) en la vida social exploradas a partir de una historia en la que una muchacha trata de tú a un médico en tanto que el padre de la joven le comenta que hubiese sido más correcto tratarle de usted. Las entrevistas se realizan con personas de 10, 15, 20, 40 y 65 años, 32 en cada corte de edad.
-Los resultados no son definitivos ya que las entrevistas no estaban finalizadas a la hora de presentar la comunicación. Pero según todo lo analizado hasta ese momento se puede decir que la acción de tutear refleja diferencias estadísticamente significativas asociadas con la edad.
La comprensión del papel social de una convención, como es la forma de saludo, refleja una clara evolución desde una especie de desconcierto y aceptación nominal (10 años), pasando por una fase de descubrimiento de su índole social (15 años), a una ponderación crítica según se valore el objetivo social a cuya consolidación contribuye (20 años). Se confirma por tanto que hay diferencias de marcado carácter evolutivo en la forma de razonar que tienen que ver con las herramientas cognitivas aunque no coinciden plenamente con las pautas evolutivas indicadas por la investigación previa.
De otro lado, la valoración de la función social de los modos de saludo es dispar: contribuye al respeto; no sirve para expresar respeto; es algo muy contextual y discrecional. Y esto sugiere que, a partir de un momento del desarrollo cognitivo, la comprensión y valoración de las formas de saludo (y tal vez del resto de convenciones sociales) queda mediatizada por conocimientos (históricos, sociológicos, ideológicos...) y posicionamientos (creencias, valores...) variables con lo que se confirmaría nuestra propuesta de la interacción de lo evolutivo y lo cultural en el razonamiento sobre los modales.
Artículo sobre la cortesía, buenas maneras y saber estar
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