¿Cuántos portavoces, jefes de comunicación, relaciones públicas, ... han mentido alguna vez por su empresa?
Pues lamentablemente podemos afirmar que muchísimos.
Pero lo peor es que la mayoría de esas veces esa mentira no la crea ni la desea difundir el profesional de comunicación, sino que es impuesta al "subordinado" por el jefe al que no le preocupa en absoluto las consecuencias secundarias de la acción. Los directivos simplemente desean lograr un objetivo a cualquier costo, objetivo que a veces se trunca precisamente debido a esas consecuencias secundarias donde pueden aparecer problemas; problemas en contra de la empresa/institución y también problemas en contra del comunicador. Estos problemas pueden ser: falta de credibilidad, perdida de reputación, descrédito del profesional, conflictos con periodistas y medios, etc.
Ignacio Duelo defiende el uso de la verdad pero en los comentarios se habla también de la necesidad de verosimilitud.
A continuación se puede leer el texto que termina con cuestiones que debemos resolver:
Parece un tema básico y sobreentendido, pero no lo es. Todo comunicador se topa con la pregunta: ¿Hay que decir siempre la verdad? Vayamos por partes.
En primer lugar, cabe repasar lo que dicen las grandes asociaciones de relaciones públicas. La Arthur Page Society tiene como principio número uno decir la verdad. La Global Alliance for Public Relations and Communication Management tiene en su sitio web una sección especial sobre ética, y un Protocolo Global sobre Ética en las Relaciones Públicas que incluye un compromiso con la veracidad. La IPRA (International Public Relations Association) tiene un código de conducta (el Code of Athens) que entre sus principios manda no subordinar la verdad a otros requerimientos. El CERP (Confederación Europea de Relaciones Públicas) adoptó en abril de 1978 un código de ética que fue adoptado por 18 asociaciones de 15 países europeos, y cuya cláusula tercera ordena que los comunicadores demuestren honestidad e integridad en su desempeño como tales. La PRSA (Public Relations Society of America) también tiene un código de ética que incluye como uno de sus valores profesionales a la honestidad. Finalmente, la IABC (International Association of Business Communicators) ofrece un "código de ética para comunicadores profesionales", que habla de una comunicación "verdadera, exacta y justa".
Podríamos seguir, pero hasta aquí, más allá de la utilidad de esas asociaciones como referencia de autoridad en la materia, cabe preguntarse: ¿Y en la práctica cómo andamos? Los escándalos de compañías que informaban datos falsos en sus balances en los Estados Unidos constituyeron un problema urgente para los comunicadores, dado que la credibilidad perdida por sus colegas en el rubro financiero se trasladaba naturalmente a toda la profesión. Fernanda Grimaldi comentaba en su blog el conflicto que se dio en Estados Unidos a raíz de ciertas declaraciones que cuestionaban la pretendida honestidad de los relacionistas públicos. La PRSA le contestó de inmediato diciendo que la verdad y la precisión son la crema del oficio de las relaciones públicas ("The bread and butter of the public relations profession", es la expresión en inglés). Kami Huyse, al referirse a este tema, sostuvo que hay dos clases de comunicadores: los que ven a la profesión como una tarea de intermediación entre una organización y sus públicos para encontrar soluciones mutuamente beneficiosas, y los que ven a esta actividad como un juego de suma cero, donde los intereses inmediatos de la organización siempre están por arriba de los del público.
Con estas polémicas, los comunicadores profesionales perdemos credibilidad. Jim Horton, en su propio espacio, copiaba las declaraciones del nuevo vocero de Barack Obama, quien manifestaba su sorpresa porque el candidato demócrata le había pedido decir siempre la verdad, y aclaraba que viniendo del terreno del periodista, él esperaba otra cosa.
En el terreno de la Web 2.0, además del clásico problema de la verdad, existe una inquietud permanente por los falsos blogs, es decir, aquellos escritos por falsos clientes, quienes desinteresadamente hablan bien de la organización. Otro problema derivado de los medios comunitarios en la Web 2.0 es el de las campañas virales que se presentan como algo amateur y terminan siendo una manipulación de una organización para difundir su marca. Leandro Zanoni ha contado en su blog algunos de estos casos.
No todos los comunicadores piensan que haya que decir siempre la verdad, como hemos reflejado en este espacio.
Mi opinión, por si hace falta aclararla, es que siempre hay que decir la verdad. Está claro que no es tan fácil hacerlo en ciertas ocasiones, y que hay una zona gris donde la frontera entre verdad y mentira es difícil de distinguir. ¿Está mal callar información que puede ensombrecer lo que estamos comunicando? ¿Se puede evitar males mayores con una mentira que constituye un mal menor? ¿La verdad es toda o con una parte alcanza?
La RSC o responsabilidad social corporativa
Imagen Corporativa y Reputación Corporativa
Relaciones públicas y economía
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