La teoría de la comunicación clásica ha institucionalizado la dicotomía emisor-receptor para designar a los protagonistas del proceso informativo. Esta diferenciación podría ser válida si el intercambio informativo obedeciera a un proceso unilateral, atribuyéndole un papel pasivo al receptor del mensaje.
Pero hoy en día esa idea de comunicación ya no existe.
En las doctrinas de la comunicación organizacional se han cambiado los términos y ahora se emplea el de organización y público. Pero estas palabras tampoco son satisfactorias completamente porque admiten que la organización domina el intercambio.
Además la noción de público es sinónimo de espectador, quien contempla la acción de otros y no interviene hasta el final. Pero hay ocasiones en las que el público ejerce la iniciativa de informar, y la que actúa de espectadora es la organización.
Pero lo correcto sería usar la terminología interlocutor, ya que tanto la organización como las personas son capaces de los mismos derechos y deberes informativos. Ambos pueden ser receptor y emisor en su diálogo comunicativo siendo activos en todo momento.
El interlocutor puede clasificarse en externo o interno en función del lugar que ocupe en el entorno de la organización, dentro o fuera.
En el protocolo no existe ni el público ni los interlocutores. Existen los invitados, la presidencia y el anfitrión. Aunque si hubiera medios de comunicación que retransmitieran un acto donde hubiera protocolo, en ese caso sí podríamos hablar de público, audiencias, espectadores, televidentes, oyentes, lectores, ...
Bibliografía
Introducción a la comunicación institucional, 197.
No hay comentarios:
Publicar un comentario