Lo primero que el anfitrión debe preguntarse es la filosofía y los objetivos del acto.
¿Qué queremos celebrar? ¿Qué pretendemos con ello? ¿A quién nos dirigimos? ¿Qué beneficio obtendremos?
Difícilmente podemos organizar algo bien sin saber a ciencia cierta lo que se pretende.
Cuestiones básicas:
- La motivación. Un acto obedece a algo. Puede ser la celebración de uc hecho nuevo, la consecución de un logro, la conmemoración de algo, el deseo de amistad, el reencuentro, la boda, unas elecciones...
- Los objetivos. ¿Qué pretende el anfitrión organizando el acto con aque motivo? Dar a conocer un servicio nuevo, un producto o una actuación de gobierno, un acercamiento, captación de votos, vender, comprar...
- Proyección. ¿A quiénes nos queremos dirigir? A cualquiera, a pocos, muchos, a todos, a sectores determinados, empresarios, vecinos, jóvenes viejos... ¿Deseamos que tenga proyección en toda la sociedad a través de los medios de comunicación? ¿Nos dirigimos a una zona concreta o a oír más amplia?
- Ceremonial. ¿Cómo desea el anfitrión que se haga el acto? ¿Con solemnidad, sencillo, con rigor protocolario, con atenciones, con facilidades?
- El refrendo. ¿Qué instituciones o personas necesita el anfitrión para que con su presencia se vean potenciados o relanzados sus objetivos?
Éstas y otras preguntas son las que debe hacerse el anfitrión y comunicárselo a su responsable de Protocolo o de Organización para preparar los correspondientes actos. En el momento en que estas cuestiones se resuelvan el resto será más sencillo.
Fuente, 2004, p.218.
Bibliografía
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