Felio Vilarrubias define de la siguiente forma al Jefe de Protocolo:
El Director o Jefe de Protocolo es un cargo que exige unas cualidades específicas: una personalidad muy acusada y un acusado sentido estético en su obrar.
Este es su perfil:
-Ha de sentir un profundo amor y respeto por el territorio al que sirve.
-Se documentará sobre su historia y costumbres.
-Aplicará, en su labor diaria con escrupulosidad, el marco jurídico legal.
Otras cualidades que deberían completar su personalidad son:
-Espíritu de servicio
-Sentido de la responsabilidad
-Don de gentes
-Discreción
-Integridad
-Diplomacia
-Habilidad
-Paciencia
-Comprensión
-Humanidad
-Sinceridad
-Una rápida capacidad de decisión que le capacite para el mando.
-Armónica combinación con el vestir y el "saber estar"
Todo esto completaría el perfil humano un buen jefe de Protocolo, lo que se transmitiría en su actuar, logrando, con la confianza de su institución, la de los asistentes a los actos propios y la credibilidad en sus decisiones.
La marca inconfundible en el "hacer" de esta profesión son producto de una formación humanística y de una personalidad específica. De la primera se deriva la buena presentación y decoro en el vestir, el don de lenguas, el respeto a la tradición, el ser observador, poseer ingenio y agudeza, riqueza de recursos (cultura) y puntualidad.
La personalidad del jefe de Protocolo debe basarse en la naturalidad, sentido común, trato cortés, educación, tolerancia, comprensión, discreción y buen gusto.
De la intersección de ambas vertientes surge un profesional de carácter creativo, seguro de sus movimientos y con equilibrio estético, así como observador de las reacciones externas.
Un jefe de Protocolo debe tener el apoyo de una Secretaría Particular. Esa Secretaría Particular deberá estar ocupada por una persona que reuna las siguientes condiciones:
-Alto concepto de la lealtad y del secreto.
-Capacidad de trabajo y formación cultural.
-Buena presencia y don de gentes.
-Espíritu de sacrificio en el trabajo.
-Recta moral.
-Dominio de la correspondencia, de las estadísticas y del archivo.
-Soltura de dicción y elegancia formal y de estilo lejos de todo barroquismo.
-Educación y urbanidad.
-Discreción y don de la oportunidad (no de protagonismo).
-Conocimiento profundo y actual del ámbito de actuación.
-En el desempeño del cargo no manifestará preferencias políticas, o sea, no partidistas ... La objetividad da serenidad y permite una visión rápida en cada circunstancia, con ventaja para aconsejar.
-Rapidez en las decisiones, tras detenido estudio del tema o de la situación.
-Saber "estar" y vestir correctamente, para cada circunstancia.
Vilarrubias 413-414, 2004/254, 2005.
Bibliografía
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