El protocolo tiene muchos problemas para ser aceptado en el día a día ya que su definición académica y su concepción social distan mucho una de la otra.
A la hora de buscar culpables de esa mala concepción del protocolo y de ese mal uso del término, nos encontramos con:
los periodistas (que mienten, engañan, confunden, ... a cerca de la palabra protocolo a través de los medios de comunicación) y la sociedad (ingenua ella que se lo traga todo).
Fuente lo explica muy bien:
"A la hora de definir el Protocolo no podemos evitar hacer referencia a su contexto social. De hecho los academicistas tampoco rehuyen a hacer reiteradamente alusión a la cortesía y a la urbanidad. Precisamente, en el ámbito general de la sociedad, y muy especialmente en el periodístico, Protocolo tiene dos acepciones: por una parte, la que se refiere a todo el boato, pompa y organización de los actos de las autoridades oficiales, especialmente de la Corona y de la Administración del Estado, y por otra, las normas o costumbres que rigen las relaciones sociales tales como el saber estar y la buena educación, el comportamiento en público, el saludo, la manera en que se debe comer y preparar la mesa y servir las comidas, tratamientos sociales, etc.
Estas apreciaciones se caen ya por su propio peso y precisan de una recolocación conceptual.
Lo relativo al comportamiento debiéramos señalarlo en la actualidad como normas de cortesía, etiqueta o saber estar, algo que antiguamente quedaba resuelto con la expresión urbanidad. Sin embargo, esta palabra ha caído en desuso por el componente rancio, antiguo y encorsetador que llevaba pareja su aplicación. La falta de actualización escrita del saber estar para el siglo XXI ha propiciado esa visión negativa de la que la mayoría huye y que, sin embargo, sigue siendo necesaria, aunque es precisa una gran puesta al día en esta disciplina.
El Protocolo oficial vendría a definirse como el "conjunto de normas o reglas establecidas por ley, decreto, disposiciones o costumbres o técnicas tradicionales que son de aplicación para los actos públicos promovidos por las autoridades e instituciones del Estado, ya sea en el ámbito internacional, nacional, regional o local y que se ejecutan en ocasiones con solemnidad o sin ella y que pueden observarse también en los actos no oficiales cuando a los mismos concurren representaciones del Estado"."
Quizás en un futuro, quizás, la situación del protocolo en España mejore y sea por fin valorado como se lo merece.
(¿Para cuándo la formación en protocolo y ceremonial en las facultades de comunicación, especialmente en las de periodismo?)
2005, 44-45.
Bibliografía
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