miércoles, marzo 12, 2008

Historia de las botaduras de barco

Vía Protocolo Digital leemos A propósito de las botaduras. El pasado lunes se botó en Ferrol el mayor barco de la Armada española, el Juan Carlos I. El acto contó con la presencia de SS.MM. los Reyes y de SS.AA.RR. los Príncipes de Asturias.

Alfredo encontró este artículo sobre botaduras de barcos muy interesante escrito por José Mª Blanca Carlier:

Antiguamente, antes de que existiesen las botaduras, era usual que el Funcionario Real que mandaba la maniobra desenvainara el sable en el preciso momento de la operación y con él en lo alto, gritara ¡Viva el Rey! ¡Pica la retenida!
La ceremonia de bautizar al buque lanzado al agua con botella de champagne ya se utilizaba en el siglo pasado en Inglaterra y países del norte. En nuestro país, fiel a su tradición religiosa, se realizaba solamente la ceremonia de la bendición. Hubo, sin embargo, tres excepciones que fueron los cruceros Infanta María Teresa, Almirante Oquendo y Vizcaya, construidos en Bilbao por la Sociedad de Astilleros del Nervión, botados respectivamente el 30 de agosto de 1890, el 8 de julio de 1891 y el 4 de octubre siguiente. En ellos se utilizó madrina y botella de champagne como en otros países. También fue excepción la botadura del Carlos V, construido en los Astilleros Vea Murgula Hermanos, de Cádiz, que fue botado el 12 de marzo de 1895.
El pequeño crucero Río de la Plata, construido en los Astilleros Forges et Chantier de la Mediterranée de El Havre, botado el 11 de septiembre de 1898, también constituiría una excepción a las normas españolas. Desde un principio la ceremonia se preparaba de la siguiente forma: El barco llevaba pendientes de su proa dos largas cintas de seda, una de las cuales simula que lo sostiene en la grada. De la otra cuelga una botella de champagne. La madrina de la botadura, cuando ya están ejecutadas todas las operaciones preliminares, bien con unas tijeras, bien con una azuela, o con un formón y un martillo, herramientas generalmente de plata, corta la cinta que aparenta sujetar la nave. Esto hace que unos pesos, que suelen estar ocultos a la vista para el mejor efecto teatral de la ceremonia, caigan inmediatamente, zafando los contretes de retenida. Una vez iniciado el deslizamiento por la grada, la madrina coge presurosa la botella y la estrella contra el casco de la embarcación bautizando a esta con el espumoso vino. Hay la creencia supersticiosa de que da mala suerte el que la botella no llegue a romperse. Cuando tal cosa ocurre, no falta jamás uno de los asistentes que se apresura a suplir el poco acierto de la señora encargada del bautizo y corre tras el barco a fin de que no caiga sobre este la "mala sombra".
La oración que pronunciaba el sacerdote era la siguiente: "Sé propicio, Señor, a nuestras súplicas y bendice esta nave con tu diestra santa y a todos los que en ella navegarán, como te dignaste bendecir el arca de Noé, que flotaba en el diluvio; tiéndeles, Señor, tu diestra como la tendiste al bienaventurado Pedro cuando caminaba sobre el mar, y envía de los cielos a tu Santo Ángel que la libre y la guarde siempre de todos los peligros con todo lo que en ella haya; y a tus siervos, apartándolos de la adversidad, dirígelos con marcha tranquila al puerto siempre ansiado, y dígnate volverlos a su debido tiempo llenos de gozo al hogar, después de llevar a feliz y perfecto término todos los negocios. Tú que vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amen".
Terminada esta oración, el celebrante rocía con agua bendita los costados del buque. Esta oración, hoy obsoleta, es reemplazada actualmente por la siguiente:
"Oh Dios, que con amor manejas el timón de la Iglesia en medio de las tempestades de este mundo, te pedimos que este buque y todos los que en él van a cumplir con su deber naveguen siempre favorablemente por sus rutas y llevándote a ti por piloto puedan superar todos los riesgos del mar, cumplan provechosamente las misiones que les sean encomendadas y puedan arribar un día con alegría al puerto de la seguridad eterna." "Oh Dios, bendice a este buque para que, destinado a ser instrumento de defensa de la paz y seguridad de España, lleve siempre a bordo mensajes de estima a todos los hombres y de comprensión y respeto a todos los pueblos. Por Jesucristo Nuestro Señor". Seguidamente rocían al buque y a los asistentes con agua bendita. "El Señor os guíe en el cumplimiento de vuestro cometido para que hagáis en paz vuestro camino y lleguéis a la vida eterna. Amén. Y la bendición de Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y espíritu Santo, descienda sobre vosotros."
Las sucesivas construcciones a lo largo del siglo actual se fueron botando bajo las dos formas, la bendición y el madrinazgo, con la excepción de los lanzados durante la República de 1931, en la que, en virtud del articulo 32 de la Constitución de 1931, al decir que "El Estado Español no tiene religión oficial", se suprimió la bendición, y durante el Régimen del General Franco, se sustituyó la botella de champagne por una de Jerez o por otro vino de fabricación nacional.

Banderas en buques de guerra españoles
Banderas para embarcaciones de recreo. Vexilología naútica

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