martes, abril 08, 2008

Artículos de Comunicación Política en Telos

El número 74 de la Revista Telos está dedicado a la investigación en Comunicación Política: tendencias actuales, retos y problemas.
A continuación exponemos la totalidad de artículos referidos a la temática central del número y además resaltamos algunas ideas de ciertos textos:

+ María José Canel Crespo, La investigación en Comunicación Política

+ María José Canel, El reto de la investigación: Plantear la pregunta “¿Hay comunicación en la comunicación política?”
La esencia de mi reflexión gira en torno a la idea de que la relación que se establece entre las instituciones (políticas y mediáticas) y sus públicos es de transacción comunicativa: en la Comunicación Política, los ciudadanos juegan un papel activo por el que comprueban (pueden comprobar) si hay relación entre lo que los políticos hacen y lo que los políticos dicen que hacen. Apoyaba la reflexión en la revisión de la perspectiva dramatúrgica (entre otros, los trabajos de Kenneth Burke o la recopilación que hacen James E. Combs y Michael Mansfield, 1976) que, a mi juicio, no ha sido suficientemente explorada para el estudio de la Comunicación Política.

La revisión de la perspectiva dramatúrgica permite comprender un poco mejor que hablar de una dimensión teatral de la Comunicación Política no equivale a afirmar que la comunicación es un mero espectáculo. El teatro no es ficción en el sentido de falsedad o ausencia de contenido. Visto desde la perspectiva dramatúrgica, en la relación transaccional que se da entre instituciones (mediáticas o políticas) y ciudadanos, aquéllas cuentan, sí, con el escenario; pero lo que en éste se desarrolla es un espectáculo que refiere a una realidad que se puede experimentar directamente. Por eso, en el “drama” de la Comunicación Política se encuentran los actores, entre quienes el ciudadano no es un simple espectador sino alguien que participa. Lo hace pudiendo “monitorizar” al político: tiene la capacidad de seguir al detalle todos los gestos y actuaciones del personaje público. A través de los medios, puede ver si el político titubea en un razonamiento, si se pone nervioso ante la acusación de su rival, si se cae al subir a un estrado o si mira el reloj por cansancio en un debate. Pero además, los ciudadanos están en condiciones de contrastar esa comunicación con los efectos de la política en sus vidas personales, pues después de ver la televisión, acuden a comprar el pan, pagan su hipoteca o tienen que soportar largas listas de espera para la cita médica. El ciudadano no es tan manipulable como pudiera parecer; por lo que, como afirmé en un trabajo precedente (Canel, 2006), considero que más que de público-espectador habría que hablar de público-inspector.

Estas son algunas de las consideraciones que realiza John Thompson (1995) para explicar su concepto de “nueva visibilidad” (recogido también en el presente número). Si bien es verdad que los políticos adquieren con los medios nuevas oportunidades de escenario, esta nueva visibilidad, afirma este autor, es una espada de doble filo que los políticos han de blandir con precaución; pues toda la potencialidad que tiene la comunicación de dirigir expectativas públicas es, a su vez, potencialidad de fracaso.

Esta cuestión está en relación con otras de igual complejidad, como la de la relación entre realidad e imagen. La perspectiva dramatúrgica permite atisbar que entre fondo y forma, entre sustancia y presentación, o entre dimensión sustantiva y dimensión simbólica, no hay un salto insalvable, sino más bien una relación de inherencia. Es otra forma de decir que el estilo con el que alguien (aplicado al caso, un político, un partido o un gobierno) se comunica, es inherente al “quién es” (aplicado al caso, al proyecto político que se tiene). Y por eso también, cuando no hay proyecto, cuando no hay realidad, no hay tampoco forma o presentación; o, más bien, la presentación (las ruedas de prensa o declaraciones grandilocuentes) transmite oquedad. Desde esta consideración se entienden bien afirmaciones como la de que «Cuando se dice que un político tiene un problema de imagen, probablemente sea que hay un problema en la realidad» (Izurieta, 2003: 242).

Llevando la cuestión al extremo, cabría preguntarse si el discurso o la comunicación de algo puede estar separado de su hacer. Y como han afirmado muchos y muy diferentes autores (Costa, 1999; Capriotti, 1999; Heath, 2001; etc.), porque comportamiento y discurso se superponen en la percepción del público, acción y discurso se retroalimentan. En definitiva, que políticos y periodistas actúan en un teatro en el que la actuación versa sobre la vida personal del espectador. Y ¿quién mejor que éste puede contrastar la versión de lo que allí se representa? ¿Quién mejor que el ciudadano puede controlar si, por ejemplo, realmente se redujo el precio de la luz, tal y como en su día se había prometido? Por eso, se podría decir que el teatro de la Comunicación Política tiene unas reglas de juego por las cuales el falso actor quedará expulsado de la escena. Y manipular, separar el fondo de la forma o inflar realidades es... no saber de teatro.

Estas consideraciones tienen, a mi juicio, importantes consecuencias operativas para, por ejemplo, la comunicación de gobiernos. Comparto los aspectos negativos de la “campaña permanente” que señalan los críticos y que he recogido arriba. Pero considero que la estigmatización de los sondeos como práctica nociva de las instituciones que esta crítica lleva consigo puede dificultar la apertura a la interacción con los públicos; interacción que es la única vía por la cual incorporar el juicio de las personas a la toma de decisiones. Interacción por la que, además, se puede concebir la comunicación de gobiernos de una manera profesional. Como afirma Izurieta (2003), lo que hace un profesional de la comunicación no es crear la realidad a través de la imagen, sino trabajar para que la percepción de la gente se acerque aún más y con mayor precisión a la realidad (Izurieta, 2003: 243). Independientemente de que hay realidades que pueden llegar a sobrepasar cualquier esfuerzo de la comunicación, será buen profesional aquel que acierta en escoger aquellos elementos de la realidad que ayudan a proyectar una imagen más fiel y a evitar los elementos que proyectan una imagen equivocada.

Soy consciente de la complejidad que tiene abordar el núcleo de lo que aquí se está apuntando. Soy consciente, también, del sabor de ingenuidad que algunos lectores pueden estar experimentando con estas líneas. Pero es que considero que los datos de percepciones ciudadanas así como las experiencias de los profesionales constituyen un aviso tanto para políticos como para investigadores. Para los primeros, el aviso de que los ciudadanos no son tan fáciles de manejar como pudiera parecer. Para los segundos, el aviso de que, porque quizá haya también en la Comunicación Política algo distinto de la manipulación, lo que hace falta no es sólo diagnosticar cuando ésta se produce, sino además estudiar la buena aportación que la comunicación puede suponer para el desarrollo de la sociedad y de la democracia. En definitiva, considero que hacen falta análisis más profundos de lo que significa la “actuación que se desencadena en el teatro de la política”.
+ John B. Thompson, Por una teoría interrelacional de los medios.
La nueva visibilidad

El desarrollo de los medios de comunicación dio pie a una nueva forma de visibilidad desespacializada que tenía en cuenta una forma íntima de autopresentación libre de las constricciones de la copresencia. En esta nueva forma de visibilidad mediada, el campo de visión ya no está restringido por las propiedades espaciales y temporales del aquí y el ahora, sino que está formado por las propiedades distintivas de los medios de comunicación, por una serie de consideraciones técnicas y sociales (tales como enfoques fotográficos, procesos editoriales, intereses organizativos y prioridades) y por nuevas formas de interacción que son posibles a causa de los medios. Está también formado por el hecho de que, en la mayor parte de los medios de comunicación, lo visual no es una dimensión sensorial aislada, sino que usualmente va acompañada por la palabra escrita o hablada —es decir, lo audio-visual o lo visualtextual —. La visión no es nunca una “pura visión”, no es nunca un asunto de abrir los ojos simplemente y captar un objeto o suceso. Por el contrario, la visión está siempre formada por un conjunto más amplio de consideraciones culturales y marcos de referencia y por indicaciones escritas o habladas que, por lo general, acompañan a la imagen visual y conforman la manera en la que las imágenes son vistas y entendidas.

Podemos captar el significado de esta nueva forma de visibilidad centrándonos brevemente en un área donde las implicaciones fueron particularmente profundas: las complejas y cambiantes relaciones entre visibilidad y poder político. Antes del desarrollo de la imprenta y otros medios de comunicación, la visibilidad de los gobernantes políticos dependía en gran medida de su presencia física ante los ciudadanos en contextos de copresencia.

(...) Había ocasiones en las que los gobernantes aparecían ante audiencias más amplias que comprendían, entre otros, algunos de los súbditos sobre quienes gobernaban. Estas ocasiones incluían grandes eventos públicos, como coronaciones, funerales reales y desfiles victoriosos. La pompa y ceremonia de tales ocasiones permitía al gobernante mantener alguna distancia de sus súbditos mientras a ellos les permitía por un momento ver y celebrar su existencia en un contexto de copresencia. Pero, en las sociedades tradicionales o medievales, los gobernantes más poderosos rara vez o nunca se dejaban ver. Las personas que vivían en áreas rurales o en las regiones periféricas de un imperio o reinado raramente tenían la oportunidad de ver al emperador o al rey en carne y hueso. Aparte de estos progresos de la realeza, que fueron transitorios y relativamente infrecuentes, la mayor parte de las apariciones en público del monarca tenían lugar en el centro político, en los salones de la corte del palacio o en calles y plazas de la capital del reino.
+ Philippe J. Maarek, La Comunicación Política: Una perspectiva internacional
Aunque muchos otros campos de la investigación en ciencias humanas, como la sociología, a menudo se entrecruzan con la investigación en Comunicación Política, ésta a su vez se encuentra en la encrucijada de tres disciplinas: las ciencias de la comunicación, la ciencia política y la mercadotecnia.

Una demostración práctica de esta triple pertenencia salta a la vista si se observa lo que sucede en los principales encuentros internacionales de expertos en Comunicación Política. Como se indica en el figura ( 1), desde hace muchos años existe una “División” o una “Sección de investigación” de Comunicación Política como uno de los grupos principales de las dos organizaciones internacionales de expertos especializados en comunicación, la International Communication Association (ICA) y la International Association for Media and Communication Research (IAMCR). No obstante, existen secciones similares en las dos principales agrupaciones internacionales de expertos en Comunicación Política, es decir, en la International Political Science Association (IPSA) y en la American Association of Political Science (APSA) ( 2). Por último, en relación con la organización de estudios y especialistas en mercadotecnia, nos encontramos incluso con una International Association of Political Consultants (IAPC) y una American Association of Political Consultants (AAPC), muy relacionada con la anterior, que de forma periódica congrega a los especialistas en ese campo ( 3) (ver figura ( 1)):

Curiosamente, y quizá sea ahí donde probablemente se muestre la paradójica dificultad que la Comunicación Política tiene para desarrollar su propia existencia como campo autónomo, a menudo muchos expertos pasan de una a otra de estas organizaciones y pertenecen simultáneamente a varias de ellas.

El ejemplo más claro de esta mutua influencia lo encontramos en la estrecha relación que vincula a los grupos de Comunicación Política de la APSA y la ICA, que provechosamente han decidido compartir su sitio web ( 4), su boletín electrónico e incluso su revista ( 5), con un equilibrio aparentemente sencillo de puestos procedentes de ambas organizaciones; sencillez enormemente facilitada por el hecho de tener muchos afiliados comunes. Aunque la relación está menos desarrollada, los grupos de Comunicación Política de IPSA e IAMCR han decidido asimismo compartir directivos comunes, de manera que el presidente de cada comité forma parte ex-oficio de la junta directiva de la otra asociación. Las relaciones con las asociaciones de mercadotecnia política son más imprecisas, dado que éstas se dirigen más a los profesionales de su propio campo, pero son frecuentes los intercambios con investigadores y académicos pertenecientes a las asociaciones antes citadas.

Podría pensarse que, dado que los caminos de estos grupos de expertos de diferentes orígenes científicos, pero con un interés investigador común, se entrecruzan tan a menudo, sus investigaciones deberían obtener resultados comparables. Ahora bien, como argumentaré a continuación, lo que realmente sucede es que el campo de procedencia de los investigadores ejerce una fuerte influencia; y aunque todos van realmente en la misma dirección, lo hacen por vías bastante paralelas.

(...) Esto significa que esta pertenencia tripolar enriquece a la vez que dificulta la Comunicación Política. Se enriquece porque estos tres enfoques simultáneos, procedentes de tres campos diferentes de investigación en ciencias humanas, son necesarios para abarcar la Comunicación Política adecuadamente. Y se dificulta porque se podría decir que esta misma tripolaridad hace imposible la búsqueda de la propia autonomía.En definitiva, aunque los investigadores en Comunicación Política saben muy bien cómo investigar y relacionarse unos con otros y enriquecer su trabajo con los resultados obtenidos en su respectivo campo de investigación, están obligados a la vez a mantener un insólito equilibrio en la intersección de estos tres campos de las ciencias humanas.
+ Karen Sanders, La investigación en Comunicación Política: La búsqueda de la perspectiva para ver el “elefante de la habitación”

+ Pere-Oriol Costa, Objetivo, más allá del voluntarismo

Con la homologación del Espacio Europeo, la Universidad está a las puertas de un cambio en profundidad que no debemos considerar como un contratiempo sino como una gran oportunidad. Habrá renovación en los planes de estudio. Cuando a finales de los años ochenta una buena parte de las universidades pasaron a licenciaturas de cuatro cursos, algunas Facultades de Ciencias de la de Comunicación dieron paso a la Comunicación Política de manera tímida. En la Universidad Autónoma de Barcelona pasamos de la antigua Propaganda Política, que sólo impartíamos en Publicidad, a la actual Comunicación Política como asignatura optativa. Pero la gran demanda de la materia por parte de los estudiantes la ha convertido en una asignatura con un fuerte peso específico. En esta demanda habrá que basar uno de los motivos en los que nos apoyemos para que se consolide su presencia en los futuros planes de estudio.

La incorporación del proceso de Bolonia también tendrá consecuencias importantes en la investigación. El cambio pasará como un tren y los que logren subir en él se convertirán en departamentos investigadores, con excelencia reconocida, junto a los otros departamentos que básicamente se dedicarán a la enseñanza. Para aprovechar este momento es importante que prioricemos la creación de grupos de investigación en nuestra materia que conjuntamente con los otros grupos del departamento puedan configurar ofertas potentes de tercer grado en el que se combinen másters, doctorado e investigación.

+ Fermín Bouza, Una reflexión metodológica sobre la investigación en Comunicación Política

+ José Luis Dader, La Comunicación Política de la hipermodernidad y su análisis académico
Gilles Lipovetsky, pionero del término “posmodernidad”, ha sugerido recientemente (ed. 2006) sustituirlo por el de “hipermodernidad” para subrayar que, lejos de tratarse de una ruptura radical del entramado nuclear de la cultura moderna, las postrimerías del siglo XX y su prolongación se caracterizan por la intensificación y comercialización cuasi universal de los modos de vida basados en el individualismo instaurado por la modernidad. Dicho patrón de pensamiento y comportamiento se sintetiza según él en «la escalada paroxística del siempre más [y el] engranaje de lo extremo [bajo el cual] los mecanismos privilegiados del mercado, eficacia técnica e individuo» encauzan la sociedad y los sujetos particulares hacia el consumo impaciente de lo efímero y la sensación contradictoria de desorientación generalizada.

+ Javier del Rey Morató, Los retos y desafíos de Internet

En un sistema político que no se define por la participación, sino por la representación, una y otra pueden verse afectadas por la existencia de la Red y la creación de nuevos actores y nuevos roles: los internautas y lo que sean capaces de hacer con el potencial que supone la Red. Las pasarelas entre servidores y emisores –candidatos, partidos, gobiernos– permitirán ajustar el lenguaje y la oferta política a la huella digital del internauta, creada por los rastros de nuestras búsquedas, y almacenadas en la base de datos de las intenciones.

Si pasamos del broadcast al poincast, de la emisión indiscriminada y masiva de informaciones a la selección de información, la Comunicación Política emergente en este siglo XXI tendrá un protagonista que podrá incordiar de manera notable al ya anacrónico sistema partitocrático, que sólo permite legitimar con el voto a unas elites previamente seleccionadas por cooptación.

Un nuevo soporte para la Comunicación Política supondrá una nueva Comunicación Política, y un sujeto activo y participante, para un sistema institucional anacrónico, que vive una silenciosa revolución: no se oyen disparos, nadie asaltará el Palacio de Invierno ni la Bastilla, pero algo está cayendo sin estrépito, y no tardaremos en darnos cuenta.

Porque los buscadores saben mucho más de nosotros que lo que nos gustaría reconocer (Castells, 2001; 2006: 11-32). Un estudio de Privacy International dice que «Google hace mucho más con nuestros datos de lo que nunca podríamos imaginar» ( 1). La compra de la empresa de publicidad on line DoubleClick, por 3.100 millones de dólares actualiza el temor a que las búsquedas de los usuarios vayan a parar a manos de los anunciantes ( 2).

Privacy International ha dirigido una carta abierta a Google ( 3). Y aunque «Google ha hecho un llamamiento a la comunidad internacional para la elaboración de una norma que garantice la privacidad del internauta, y que no bloquee los negocios basados en el intercambio de información» ( 4), el panorama mundial es desigual, y China exige la delación empresarial y persigue al disidente.

Todo esto nos recuerda que Internet supone libertad, pero también la posibilidad del control político de los ciudadanos, por parte de empresas, partidos y gobiernos.
+ Víctor Francisco Sampedro Blanco, Comunicación Política: Nuevos medios, nuevas audiencias, nuevos problemas


La investigación de los públicos
Ceremonial y legitimación política
Protocolo
Símbolos Nacionales

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