miércoles, junio 01, 2005

Artículo sobre la cortesía, buenas maneras y saber estar

En el Anuario filosófico de la Universidad de Navarra del 9 de octubre de 2003 se publicó un artículo titulado “La cortesía como forma de participación social”, escrito por Javier Laspalas, profesor de la Universidad de Navarra.

En este interesantísimo artículo científico el autor habla de la cortesía, el saber estar, las buenas maneras y la educación apoyándose y revisando a grandes filósofos como Rousseau, Cicerón, Aristóteles, Erasmo, Locke, ...

+ Este es el resumen del artículo:

Una convicción bastante extendida en nuestras sociedades es la siguiente: lo que denominamos ‘buenas maneras’ no son sino el reflejo de los límites o coerciones que la convivencia social impone a los individuos. Si se acepta lo anterior, la ‘buena educación’ tendría una naturaleza esencialmente ‘represora’, y sería justificable únicamente cuando permite suprimir o atenuar conductas que dañan la cohesión social.

En la citada tesis hay una parte de verdad —la relativa a lo que se afirma—, pero también profundos errores, derivados de lo que implícitamente se niega. Resulta evidente que ninguna sociedad puede constituirse, funcionar y perpetuarse si sus miembros no asumen —de manera deliberada pero sobre todo impulsados por los hábitos que han contraído— infinidad de pequeñas renuncias y mortificaciones cotidianas en beneficio de la paz civil. Lo que no está tan claro es que la cortesía se reduzca a eso, y tampoco que no pase de ser una especie de coste-oportunidad asumible o una limitación inherente a la vida social.

Por otro lado, cabe plantearse en qué principios se funda esa visión reduccionista de la cortesía. En mi opinión, son los propios de la concepción contractualista de la vida social. En efecto, si la sociedad es un simple agregado de individuos que —cuando les interesa— autolimitan su libertad, porque sospechan que juntos van a vivir mejor que aislados, la mayor parte de las normas de cortesía resultan injustificables, sobre todo si la rentabilidad que se tiene en mente se limita al corto y al medio plazo.

Desde la consideración de la sociabilidad como una realidad natural a la que el hombre está abocado en virtud de su propio ser, es posible, sin embargo, concebir y justificar las variadas funciones que los códigos sociales de conducta han desempeñado a lo largo de la historia, así como el porqué de su supervivencia en una sociedad como la nuestra, en la que pocos parecen creer en ellos. Ésa es la tesis que pretendemos ilustrar a continuación, tomando como punto de partida la tradición de los manuales de cortesía.


+ A continuación destaco algunos párrafos importantes del artículo:

-Actualmente en la civilización occidental —tras dos siglos de paulatino auge del individualismo e igualitarismo— reina una absoluta confusión al respecto de la cortesía, agudizada además a raíz del multiculturalismo, al cual parecemos abocados.

-La mentalidad hoy imperante, ve la retórica y la cortesía como dos artificios sospechosos.

-Los ciudadanos deben aprender a reflexionar sobre las repercusiones sociales de sus actos. Démosles, por tanto, clases de moral, civismo y cortesía. Pero también se trata de crear hábitos que sólo la convivencia diaria puede generar, para lo cual habría que fijar y extender determinadas ideas y pautas sociales —aceptadas y promovidas por la mayoría de los ciudadanos— que favorezcan la cohesión social. Ello permitiría movilizar la capacidad de participación de la gente corriente en la construcción del orden político, que en las democracias corre el riesgo de limitarse al acto formal del voto, a la integración en los partidos y al conocimiento y cumplimiento de las leyes.

-La imagen de la cortesía como un repertorio de normas que constriñen la libertad del individuo no es, pues, del todo exacta. Sin duda, una de las funciones de los códigos sociales de conducta es evitar conflictos entre las personas. En este sentido, del mismo modo que las normas de tráfico sirven para evitar las colisiones entre vehículos, las de la buena educación previenen las fricciones entre individuos.

-“El buen sentido es el principal fundamento de las buenas maneras, pero puesto que éste es un don que muy pocos de entre el género humano poseían, por eso todas las civilizaciones del mundo han convenido en fijar ciertas reglas sobre la conducta habitual más apropiada de acuerdo con sus costumbres y sus gustos generales, como una especie de buen sentido artificial, que supla los defectos del temperamento” Jonathan Swift

-Hay una tarea urgente, ésa es recobrar el gusto por la vida comunitaria, recuperar la alegría de compartir valores y conductas respetándonos los unos a los otros, sin dejar por ello de reconocer las diferencias que nos separan, porque no todos somos iguales.

-La cortesía permite al individuo descrifar el código —con frecuencia oculto y no explicitado— de las relaciones humanas, lo que le permitirá integrarse en la vida social sin dificultades. Si no poseyera esa información, sus actos resultarían desagradables o poco atractivos creando grandes problemas en sus relaciones sociales e integración en grupos.

-La lengua, como la cortesía, se configuran como dos manifestaciones privilegiadas de la participación social, en el doble sentido que le hemos asignado. El individuo participa de la lengua en la medida en que la recibe de la comunidad en la que nace a la cultura, pero también participa en ella porque la emplea y —con su habla— contribuye a erosionarla o a perfeccionarla. Algo parecido sucede con la cortesía, cuya imagen contribuimos a fortalecer o debilitar —y también a esculpir o desfigurar— en todas y cada una de nuestras acciones cotidianas.

Y precisamente la evolución de la lengua y la evolución de la cortesía determinan el estatus social de las personas y, con el paso del tiempo, determinan la historia de la civilizaciones.

-En el fondo de esta rebelión actual frente a la cortesía—similar al rechazo de la gramática y la ortografía en el ámbito de la lengua, pero mucho más extendida— hay que situar la convicción de que los códigos de conducta son convencionales y funcionan como signos de identidad de los diversos grupos sociales. Son una ayuda, no una dificultad.

-Las buenas maneras y el saber estar son el lenguaje social común, equiparable al lenguaje escrito y hablado.

2 comentarios:

  1. Se agradece la claridad del resumen y la redacción del mismo. muchas gracias, con resúmenes así dan motivos necesarios para leer el articulo completo. saludos.

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