domingo, abril 10, 2005

Boda de Carlos y Camila



El heredero de la corona británica Carlos de Inglaterra se casó ayer, sábado 9 de abril, con Camila, ahora ya duquesa de Cornualles, en el ayuntamiento de Windsor en un enlace civil.
Recordamos que el matrimonio debía celebrarse el viernes 8 de abril, pero la muerte del Papa Juan Pablo II obligó a retrasarlo ya que el Príncipe Carlos acudió como representante de la Jefatura de Estado británica a los funerales oficiados en Roma el viernes.
Así, el matrimonio se celebró en el pueblo de Windsor, constando de tres actos: primero una boda civil, después una Bendición religiosa y por último un banquete.

Dos horas antes del enlace, Camila abandonó Clarence House en Londres, como hiciera Lady Diana, para dirigirse a Windsor. Mientras Carlos salió de Highgrove, su residencia campestre al oeste de Inglaterra, al igual que en su anterior boda, junto a sus dos hijos. Así se cumplió la tradición de no pasar juntos la noche previa al enlace.
Llegados al castillo de Windsor procedieron a vestirse para la ceremonia.

-Matrimonio civil:
A las 12:00 (hora británica) apareció un autobús con los invitados.
A las 12:15 salió del castillo de Windsor un antiguo Rolls-Royce de 1962, que perteneció a la Reina Madre y fue usado también en la boda del Príncipe Eduardo- hermano de Carlos-, llevando a la pareja a través de las calles del pueblo para dejarlos al pie del Consistorio, donde tuvo lugar el enlace.
El matrimonio fue una simple Ceremonia civil de 20 minutos de duración a la que asistieron 30 invitados (las personas más allegadas de la pareja), pero entre los que no estaban ni la Reina ni el duque de Edinburgo, los padres del novio.
Tras el 'sí quiero' en el Ayuntamiento, los recién casados volvieron al castillo.

-Bendición Religiosa:
A partir de las 13:30 comenzaron a llegar los invitados en autobuses para asistir a la bendición religiosa que tendría lugar en la capilla de San Jorge del Castillo de Windsor. En ese lugar hacía 3 años que se celebrara el Funeral por la Reina Madre.
A las 14:30 aparecieron en la capilla los recién casados, con cambios en sus trajes, y se colocaron en el altar. A esta ceremonia sí asistió la Reina acompañada de su esposo el Duque de Edimburgo, a quienes recibió en la puerta el obispo de Windsor, ayudante del obispo de Londres. Tras los invitados y los novios, los soberanos hicieron su entrada en la capilla en último lugar y se situaron el lugar de honor reservado para ellos a la derecha del altar.
Comenzó entonces una ceremonia, férreamente adscrita a la liturgia anglicana, solemne –algo a lo que contribuye la propia liturgia- y caracterizada por la sobriedad. Este acto, pensado por la Iglesia de Inglaterra para aquellos contrayentes que no pueden contraer matrimonio religioso –dada su condición de divorciados- no ha incorporado en esta ocasión ningún detalle excepcional.
Así el arzobispo de Canterbury, Rowan Williams, líder de la Iglesia Anglicana, bendijo a la pareja, que arrepintió de sus pecados y se juró fidelidad, y también bendijo los anillos fabricados con oro del País de Gales, como ya es tradición.

A esta ceremonia asistieron 700 invitados, el primer ministro británico Tony Blair, actores, músicos, amigos y muy muy pocos miembros de las Casas Reales Europeas. Tan sólo ocho representantes estuvieron presentes: el rey de Bahrain; el príncipe heredero de Noruega, Haakon, y su mujer, Mettemarit; el príncipe Radu de Hohenzollerns y la princesa Margarita de Rumanía; el príncipe Turki Al Faisal; el príncipe Bandar de Arabia Saudí; el rey de Grecia en el exilio, Constantino; el príncipe Constantino de Holanda y el príncipe Alejandro de Yugoslavia.
La Casa Real Española disculpó la ausencia de los Príncipes de Asturias alegando su presencia en la investidura Doctor Honoris Causa del Presidente Chileno, Ricardo Lagos, en la Universidad de Salamanca.
A las 16:00h la pareja salió del castillo de Windsor junto a miembros de la familia real, los parientes de Camila, el arzobispo de Canterbury y el deán de Windsor y posó en la escalinata ante la prensa. La Reina ni se paró 5 segundos al lado de estos y se marchó al banquete. Mientras los invitados salían del castillo la pareja se dio su primer baño de multitudes saludando durante más de 15 minutos a la ciudadanía congregada en el lugar.

-Banquete:
El último acto de esta boda fue la recepción ofrecida por la Reina Isabel II en las Residencias Reales del castillo de Windsor en honor a la pareja.
Durante la recepción a la que asistieron cerca de 800 invitados, se sirvieron más de 16.900 canapés, sandwiches de salmón ahumado y de carne de venado asada con grosella de Balmoral, montados con huevos y berros, rollos de camarones y pastelitos vegetarianos, diversos pastelitos, helados, tartas de limón caramelizado, tartaletas de fresa y un pastel especial de fruta galesa.
La tarta nupcial ofrecida en la recepción de la boda de Carlos de Inglaterra y Camila, fue elaborada con frutas de cultivo biológico, como corresponde a la gran afición que el príncipe de Gales tiene por ese tipo de agricultura. Era de forma cuadrada, llevaba un monograma del príncipe de Gales con la corona, la jarretera y las tres plumas, y estaba adornada por una especie de bóveda octogonal con una corona. Cada una de las caras del octógono presentaba un dibujo distinto. Así, en uno figuraba el escudo del Ducado de Cornualles y, en otro, el de Rothesay, títulos del heredero del trono y también de su esposa. Otra de las caras presentaba una guirnalda rodeada por un camafeo de perlas con la inicial 'C' mientras que en otras aparecían rosas para representar a Inglaterra, puerros y narcisos para simbolizar a Gales y cardos en representación de Escocia.
Para cortar el pastel, Carlos y Camila han utilizado el sable naval de Carlos, que perteneció originalmente al bisabuelo del primero, el rey Jorge V, y que se usa normalmente en las ceremonias de investidura.
Finalmente los esposos abandonaros el castillo para empezar su luna de miel en la mansión Birkhall, perteneciente al castillo de Balmoral en Escocia.
Destacar que no fue un banquete sentado, sino un buffet y que no hubo baile.
Antes de comenzar la recepción se hicieron las fotografías oficiales del enlace donde está la Reina junto a la pareja.



Etiqueta:
-Boda Civil:
Camila asistió a la boda civil con un vestido a media pierna en en blanco roto y un abrigo a juego, diseñados por Anna Valentine. Los zapatos de tacón bajo a juego de Linda Bennett, una pamela bastante vistosa en el mismo tono de Philip Tracey y una cartera.
Carlos, como sus dos hijos, lució un chaqué negro y gris, con camisa de rayas azules y cuellos blancos y corbata estampada, lució en la solapa la rosa de cinco pétalos, símbolo de la Casa de los Tudor.
-Bencición Religiosa:
Camila cambió totalmente su atuendo por un vestido largo y vaporoso de estilo princesa con abrigo hasta los pies de color azulplateado en seda con bordados dorados, un tocado de espigas y un ramo de lilas.
Carlos sólo se cambió la flor del ojal, ahora con la flor de Inglaterra, típica de los novios ingleses.
Hay que señalar que Carlos no se puso traje militar ni condecoraciones, cosa que sí hizo en su anterior matrimonio y que es lo usual en herederos reales.
También hay que decir que los invitados presentaron una gran variedad de trajes por lo que la etiqueta no se siguió correctamente en el acto de la bendición religiosa. Si fuese una boda no habría dudas, a esa hora sería traje corto para mujeres y chaqué o traje militar para hombres. Pero como esta ceremonia fue tan excepcional y rara, los hombres aparecieron llevando trajes oscuros, chaqués y trajes militares. Las únicas que fueron correctamente vestidas fueron las damas, todas de traje corto y pamela o tocado.

-Música:
La ceremonia religiosa, prácticamente nupcial, estuvo acompañada por música de cámara a cargo de la Orquesta Filarmónica y el Coro de la Capilla, integrado por más de 20 niños del colegio de San Jorge, situado en terrenos del castillo.
La música de Haendel y Bach fue elegida por los propios contrayentes. También se interpretó una pieza hecha para la ocasión.
Cerró la ceremonia el tradicional “Dios salve a la Reina”, himno británico de obligada interpretación en todos aquellos actos que presida la soberana.
Además, la contralto rusa Ekaterina Semenchuck, que vino especialmente para la boda, cantó la versión del Credo de la liturgia ortodoxa rusa de Aleksandr Gretchaninov, mientras se escuchó la cantanta «Nun komm, der Heiden Heiland» de Johann Sebastian Bach.
En la recepción una joven de 23 años, Jemima Phillips, de Gales, animó la celebración con su arpa.


-Esta ceremonia no fue una boda. (piensese en la definición de los enlaces reales)
-A la ceremonia civil invitaron los novios.
-A la bendición religiosa y recepción invitó la Reina.
-No se señaló la etiqueta para los hombres.
-Fue patente la desaprobación de la Reina a este matrimonio protocolariamente hablando (asistencia a los actos de su persona, invitados, su colocación, ...).
-Camila, ahora ya Princesa de Gales, no usará ese título porque recuerda a Lady Diana. Se le llamará Duquesa de Cornualles.
-La seguridad se reforzó en torno al castillo habiendo casi mayor presencia policial que personas.
-La retransmisión de la boda se hizo para millones de personas a través de la Televisión. La BBC hizo una muy buena cobertura del acontecimiento. Mientras, TVE hizo un especial desde la 13:15 h (horario español) hasta las 15:00 h y de las 15:35 h hasta las 18:00 h además de dedicarle un reportaje en el programa Informe Semanal por la noche. El programa especial estuvo presentado por Cristina García Ramos, presentadora y directora del programa "Corazón Corazón", y demostró que no supo hacerlo ni medianamente bien. Esa retransmisión, bajo mi punto de vista de periodista y experta en protocolo, fue un desastre. Las imágenes se repetían contínuamente hasta la saciedad, no se aportaban nunca comentarios idóneos, se incurrían en errores gravísimos casi todo el tiempo y la presentadora monopolizó la conversación interrumpiendo sin ninguna consideración a sus invitados, reporteros y comentaristas. Sólo se podría salvar del programa a dos de los comentaristas, que aún así sólo merecieron un simple aprobado, el experto en protocolo y la periodista de Casa Real.


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