sábado, abril 09, 2005

Protocolo en el Funeral del Papa



El viernes, 8 de marzo, a las 10.05 horas de la mañana daba comienzo el funeral por los restos de Juan Pablo II, unas exequias marcadas por su carácter de funeral de Estado ya que correspondían no sólo al Jefe de la Iglesia Católica sino también a un Jefe de Estado (el Vaticano), pero también por el fervor popular y la mediatización, que duraron 3 horas.
Millones de fieles agolpados en torno a la Basílica, sólo 300.000 dentro de la Plaza de San Pedro, cientos de mandatarios y más de 3.000 periodistas retransmitiendo al mundo el acto funerario. Todo esto confirió a este acontecimiento el calificativo de excepcional, ya que difícilmente se reúne en un acto oficial a más de 200 personalidades de todo el mundo, con la dificultad que ello supone. Este funeral ya es el más multitudinario de la historia de las exequías papales, además de ser el acto más multitudinario de la historia de funerales internacionales. Millones de personas lo siguieron desde sus casas y cientos de personalidades se desplazaron al Vaticano para sentarse, incluso, al lado de su enemigo como le sucedió a Israel e Irán.
En la calle, conmoción y pena contenida, cansancio, tras las largas horas de peregrinación. La universalidad pretendida por Juan Pablo II durante su pontificado quedó patente en el juego multicolor de banderas e idiomas que salpicaban los rincones de uno de los estados más pequeños del mundo.

Protocolo para las autoridades
Los servicios de protocolo de la Santa Sede barajaban varias opciones en lo que se refiere a normas de ubicación de los asistentes: la primera, siguiendo el orden alfabético –en inglés o francés- y la segunda, tomando como referente la fecha del establecimiento de las relaciones diplomáticas de cada país con la Santa Sede. En cualquier caso, existía la posibilidad de posibles roces entre los presentes.
Finalmente se optó por la ordenación alfabética en francés –lengua oficial de la diplomacia vaticana- que dejó a la delegación española colocada entre la eslovena y la estadounidense.
Situado a la izquierda del altar, en el lugar destinado para las autoridades gozaron de una posición de privilegio, entre otros, los monarcas españoles, situados en primera fila de honor. Esto puede responder a “su condición de Reyes católicos”. A la izquierda de don Juan Carlos y doña Sofía se encontraban sus homólogos de Dinamarca, también de condición católica, mientras que a la derecha aparecían los soberanos de Jordania.
El protocolo marcaba que los invitados se situasen por categorías: primero jefes de Estado y después primeros ministros, embajadores… etc. Así, en la segunda fila, tras los Reyes se pudo ver a los presidentes George Bush y Jacques Chirac. Tres filas más atrás se encontraba el presidente español José Luis Rodríguez Zapatero, junto al resto de miembros de la delegación española.
Hay que indicar que la Delegación española se compuso por: Los Reyes, el presidente del gobierno, Zapatero, el jefe de la oposición, Rajoy, y el ministro de Exteriores, Moratinos.
El lugar contiguo al de los Reyes de España, la delegación italiana, encabezada por el presidente italiano Carlo Azeglio Ciampi y su esposa, y la polaca, las dos naciones que han tenido una relación privilegiada con el difunto.
Destacó la ausencia de Rusia y China.

Novedades entre las autoridades religiosas
Además de la notable presencia de mandatarios civiles de todo el mundo, se reunieron en torno al féretro de Su Santidad autoridades de la iglesia ortodoxa, los principales Patriarcas orientales, de Constantinopla, Alejandría y Armenia, entre otros. Junto a ellos, arzobispos, obispos, párrocos de Roma, canónigos de San Pedro y demás religiosos católicos, colocados por orden de importancia, desde la zona más cercana al altar hacia fuera, en la parte derecha del altar. También estuvieron representantes de las religiones judía, musulmuna y budista, además de autoridades cristianas luteranas, anglicanas, calvinistas, ...
La principal novedad ha residido en ver por primera vez, en una ceremonia de estas características, al Patriarca de la Iglesia Autónoma Griega. La gran ausencia la ha marcado el jefe de la Iglesia moscovita.

Los fieles rompen el protocolo
En diversas ocasiones a lo largo de la ceremonia, la voluntad de los fieles se impuso al estudiado y medido ceremonial litúrgico. El oficiante, cardenal decano Joseph Ratzinger, vio interrumpida la homilía en varias ocasiones. En el momento de las recomendaciones y despedida, tras entonar la Letanía de los Santos, los fieles comenzaron a corear el nombre del Papa muerto y la palabra “santo”, mientras se escuchaba crecer el número de aplausos.
El Papa que más santos proclamó durante su pontificado fue aclamado como tal por sus fieles, un hecho insólito hasta ahora. Idéntica explosión de calor popular se vivió al final mientras en procesión se devolvían los restos de Juan Pablo II al interior de la Basílica.

Ceremonial religioso
La notable repercusión mediática del funeral de Juan Pablo II no facilita la introducción de numerosos cambios en el desarrollo del ceremonial religioso, sin embargo, se han podido ver esta mañana novedades de interés, sobre todo en los que se refiere a los símbolos y la sobriedad, que diferencian a éste de los funerales papales anteriores.
Por ejemplo destacó la impresionante sencillez del féretro, sin adornos, y su colocación sobre una alfombra, despreciando el uso del tradicional catafalco. Esta estética sigue el uso novedoso marcado por Pablo VI en su funeral –el antecesor de Juan Pablo II dejó escrito que quería simpleza en su funeral, una tumba en la tierra y no deseaba monumentos-, si bien puede entrar en contraste o contradicción con la gran solemnidad que en todo momento rodea el acto.
Recordamos que el cuerpo del Pontífice se introdujo en las Grutas Vaticanas en un primer ataud de ciprés, con una pequeña cruz en la tapa y una referencia al “Totus tuus”, el lema de su pontificado. Sobre su rostro, un velo blanco. En el féretro guardó un bolso con medallas conmemorativas de su Pontificado, la mitra y el 'Rogito', un documento sobre su vida. Después el ataúd se introdujo en otro féretro de plomo para evitar la humedad y, por último, en otro de madera de avellano. Una lápida de mármol blanco selló la tumba con las palabras 'Johannes Paulus P. P.II', no un sarcófago.
(Los Reyes de España están sentados en el cuarto banco de la primera fila contando de derecha a izquierda. Ocupan los sitios de la izquierda de dicho banco. Están en un lugar privilegiado como puede observarse).



Detalles de protocolo litúrgico

-La ceremonia:
Fundamentalmente, las diferencias entre un funeral y otro las marcan los propios Papas, que designan cómo quieren que se desarrollen las exequias en sus últimas voluntades, pero también las circunstancias históricas e incluso algo tan impredecible como la climatología.
El acto religioso que vivó Roma se enmarca dentro de la más fiel tradición vaticana, adherida al ordenamiento litúrgico de la Capilla Sixtina. Una de las normas que impone esta normativa es que las honras fúnebres deben presentarse en canto llano. La música gregoriana, la “oficial” de la iglesia latina, puso otra de las notas tradicionales del evento, al igual que el Cristo medieval que se colocó a la izquierda del féretro. En el apartado musical, los cantos antifonales fueron interpretados por los miembros de la Capella Giulia, que dirige un sacerdote español, Pablo Colino, siendo los encargados de señalar el comienzo, el ritmo y el final del funeral.
Son muchos los símbolos que pueden extraerse de una ceremonia de estas características. Por ejemplo, los doce hombres encargados de portar el féretro del Papa fallecido son los mismos que llevan la silla gestatoria el día de la proclamación; el ceremonial litúrgico no tiene luto, en él los signos hablan de entrada a otro mundo, al igual que sucede en la entronización del nuevo Papa, al que se le recuerda su condición de “polvo”.

-La liturgia :
Fueron varios los idiomas que se usaron durante la liturgia. El celebrante, Joseph Ratzinger comenzó a oficiar la misma en latín, aunque luego el idioma predominante fue el italiano. Como ya apuntaban algunos expertos, se utilizaron durante la misa varios idiomas: el francés, usado durante la homilía –la parte más protocolaria y formalista donde se saluda a todos los presentes y se hace una sencilla y no ostentosa biografía del fallecido-; el español, idioma que aglutina a la mayor cantidad de fieles y que sirvió para la primera lectura; el inglés (homilía y segunda lectura) y el swahili, filipino, polaco, alemán y portugués, escuchados en el momento de las plegarias. Un homenaje más al carácter universal de Juan Pablo II.
A la hora de elegir las lecturas, primaron aquellos textos de la época Pascual, signos de la resurrección de Cristo. De los Hechos de los Apóstoles se leyó el Salmo 64 y 22 y la Carta de San Pablo a los Filipenses. Para el evangelio, una elección expresa, propia de la liturgia fúnebre Papal: el evangelio según San Juan, 21, 15 y 19, que relata cómo Jesucristo pregunta a Pedro tres veces si éste le ama y el capítulo 6.

-El vestido:
La vistosidad ha sido una de las notas predominantes en esta ceremonia, en la que los miembros del Colegio Cardenalicio no portaron su color protocolario (es el morado el color de los hábitos corales propios de eventos de gran relevancia) sino que iban vestidos de rojo, el color litúrgico propio a la muerte de un Papa, y la mitra. Obispos, arzobispos y diáconos portaron, ellos sí, sus hábitos violáceos mientras que el resto de sacerdotes y los canónigos –no ordenados obispos-vistieron la tradicional sotana con la sobrepelliz negra.
Entre los invitados, respeto absoluto a las normas protocolarias que se marcan para la ocasión: para ellos, traje oscuro, frac o uniforme de gala sin condecoraciones –en señal de respeto-; para ellas, traje corto negro con la opción de portar o no mantilla del mismo color.
En San Pedro se ha visto como casi todos optaron por el luto riguroso y fueron muchas las mujeres que contemplaron adecuado el uso de la mantilla negra, incluso entre las soberanas católicas –como es el caso de la Reina Sofía o la Reina Fabiola- cuya condición les permite acudir de blanco al funeral del Papa, opción que ninguna ha seguido en esta ocasión.

-Solemnidad mediática:
El mundo entero estuvo pendiente de cada movimiento que se producía esta mañana en la Plaza de San Pedro. Cadenas de todo el mundo, desde Estados Unidos hasta Israel interrumpieron sus programaciones habituales para dar cuenta de este acontecimiento histórico, que ha contado con una cobertura sin precedentes para un acto de estas características.
La enorme solemnidad que reinó en estas originales exequias, en las que se aunó la tradición latina con la liturgia y usos bizantinos, ha contado con millones de testigos en todo el mundo, que han despedido a su manera al que fuera “Papa de los jóvenes”, “Papa de todos”.


Tras finalizar la ceremonia de difunto por el alma de Juan Pablo II, los encargados del traslado toman el féretro para llevarlo en procesión, a través de la puerta de Santa Marta, hacia las Grutas Vaticanas. Los fieles aplaudieron cuando los silleros les presentan el féretro. Repicaronn las campanas de San Pedro como despedida del hombre que ha guiado a católicos de todo el mundo por más de 26 años. Los invitados abandonaron sus bancos y entraronn en la Basílica de San Pedro donde se saludaron.
En las grutas se hizo la inhumación, en la capilla donde estuvo el cuerpo de Juan XXIII, ante unos pocos cardenales y no se retransmitió por las televisiones.
al concluir el funeral, se abrió el novenario de misas por el Papa en la Basílica, que se prolongará hasta el 16 de abril, dos días antes de que comience el cónclave. De éste saldrá el 265 sucesor de San Pedro y se hará la siguiente gran ceremonia, La Proclamación del nuevo Papa.


Fotos de la ceremonia
Fotos de las personalidades
Fotos de la inhumación

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