Su opinión se basa en su experiencia ya que ha tenido oportunidad de vivir de cerca la organización de muchos eventos de todo tipo, tamaño y condición desde muy diferentes puntos de vista: como asistente, como ponente, como patrocinador y como organizador.
Dice lo siguiente:
Los comentarios que siguen se refieren, fundamentalmente, a mi experiencia en el tipo de eventos a los que suelo acudir, centrados en temas relacionados con la tecnología y su impacto. Sin embargo, creo que muchas de las tendencias que voy a comentar se van a ir incorporando, con el tiempo y la difusión tecnológica, a eventos de otras temáticas.Los eventos necesitan una mayor la introducción de las nuevas tecnologías para favorecer la experiencia de sus asistentes, aunque dichos eventos no traten sobre temas relacionados con las nuevas tecnologías.
Resulta interesante plantearse cuáles son, en plena “era de la hiperconexión permanente”, las razones para organizar un evento en vivo o para acudir a uno. En la mayor parte de los casos, las razones de los asistentes se relacionan con el denominado networking: intercambio de conversaciones con ponentes o asistentes, en un entorno directo y más allá de lo que la relación virtual ya permite. Obviamente, también existen razones relacionadas con el contenido, o con necesidades como reconocimiento, identidad o pertenencia. Para el organizador, las razones van desde la puramente económica hasta la de la trascendencia o repercusión, cuestiones que pueden además vincularse entre sí de diversas maneras: la inclinación a pagar de asistentes y patrocinadores puede depender en gran medida de la trascendencia del evento, no solo de la calidad del contenido.
Pasemos a evaluar factores implicados sobre todo aquellos que han pasado de no existir o ser puramente anecdóticos a ser hoy en día cruciales en el éxito del evento:
Seguramente se me olviden temas, y estaré encantado de escucharlos. Pero creo que como comienzo, no está mal, y proporciona una cierta idea de cómo la tecnología está cambiando la manera en la que hacemos las cosas, en este caso, en los eventos en vivo. Si cada vez más eventos tienen este tipo de características, creo sinceramente que funcionarán mucho mejor y serán además más provechosos para todos los implicados: asistentes, organizadores, ponentes y patrocinadores.
- WiFi: fundamental, y sin embargo, uno de los temas donde habitualmente se pone menos atención por parte de la organización en eventos de tipo “clásico”. La red debe estar disponible, abierta, ser de acceso cómodo y, sobre todo, estar bien dimensionada. Se trata de la primera norma de hospitalidad en cualquier evento: el asistente quiere estar presente en él, pero eso ya no incluye desconectar completamente de todo. La WiFi permite, además, el desarrollo de otras actividades que redundan en el éxito del evento, como el live-blogging, la subida de fotos, o el uso de Twitter, que extienden el ámbito del evento más allá del lugar de realización del mismo.
- Diseño de asiento que permita, al menos en determinadas zonas, el uso de un portátil de manera cómoda. Eso incluye, lógicamente, la disponibilidad de enchufes de corriente eléctrica en número suficiente distribuidos en la sala.
- Videocasting: de nuevo, si el evento pretende puntuar alto en relevancia, es preciso tener en cuenta que hoy en día, las conferencias no solo se producen en la sala en la que físicamente tienen lugar. En algunos eventos en los que he participado recientemente, había más personas en el streaming que en la sala, y esas personas podían, además interactuar con los ponentes y con la sala a través de diversas herramientas. Por supuesto, esto puede impactar el modelo de negocio y requiere un planteamiento del tema que tenga sentido, pero en muchas conferencias puede llegar a ser una pieza fundamental. El videocasting debe contar con una cámara con operador, que pueda enfocar a quien está exponiendo y a quien hace preguntas desde el público, y con un ancho de banda suficiente como para acomodar a un número previsto de seguidores.
- Backchannel: una de las innovaciones sin duda más importantes del nuevo formato, una pantalla lateral que expone todo aquello que los participantes quieran decir, bien sean participantes en la sala o en remoto a través del videocasting. Existen muchas maneras de hacerlo, pero la más habitual está siendo últimamente Twitter: se establece un hashtag para el evento (una etiqueta que no tenga muchas apariciones en buscadores, como por ejemplo el acrónimo del evento seguido del año de celebración, o alguna variación de los mismos que sea lo más inequívoca e intuitiva posible) que se publica en lugares visibles de la sala y en la web del evento, “si quieres escribir sobre el evento, subir fotos o participar en el backchannel, utiliza la etiqueta “ABCD09″, o “si quieres participar, dirige tus actualizaciones a @ABCD”. A mí este segundo método me parece algo más “seguro”, porque permite en cierta medida excluir a personas que incluyan comentarios molestos o considerados incorrectos, pero en cualquier caso, es importante asumir que la organización entiende que el backchannel no funciona enteramente bajo su responsabilidad, y que en ocasiones pueden darse en él situaciones momentáneamente incómodas. Cuando funciona correctamente, en el backchannel se dan interacciones interesantísimas con ponentes y moderadores: conferenciantes que detienen su secuencia para contestar a preguntas o hacer algún comentario gracioso, aplausos o murmullos de la sala, etc., dotando al evento de un componente bidireccional mucho mayor.
- Badges o identificadores: como bien comentaba Matt Cutts, los badges deben ser grandes, con el nombre en un tipo de letra mínimo de 7o e impresos por las dos caras. El logotipo y titulo de la conferencia en pequeño (ya sabemos donde estamos y no es el momento de hacer publicidad), y el papel de la persona (asistente, ponente, organizacion, etc.) en pequeñito y con un código de colores. Si la parte social de los eventos toma un papel central, hay que facilitarla: cuando veas venir a una persona hacia ti, tienes que poder ver su nombre con un gesto discreto y sin dejarte los ojos en el empeño.
- Zona social: en una zona paralela, una sala con posibilidad de picar algo – gratis o no – y con algunas mesas y/o sofás para que los invitados puedan sentarse a hablar, mantener una reunión, etc. Preferentemente, una pantalla debería dar la posibilidad de ver o escuchar lo que está ocurriendo en el salón principal, para tenerlo como referencia o para dar la posibilidad de seguirlo desde allí.
- Facilidades para los ponentes: no hay cosa más patética que acudir a un evento para ver a un ponente, y que éste se encuentre con que las cosas no funcionan como él quería. La organización debe poder acomodar todos los requerimientos de los ponentes: uso de su ordenador personal o del de la organización, PC o Mac, tipo de micrófono, ratón inalámbrico, disposición del escenario dentro de lo razonable, etc. Es preferible intercalar diez minutos de pausa para acondicionar el escenario que tener un ponente incómodo, que no esté acostumbrado a exponer de una manera determinada. La coordinación con los ponentes antes del evento es fundamental. Si el ponente es la parte fundamental del evento, debe recibir la atención adecuada: tener un único interlocutor, que éste esté presente para solucionar problemas de última hora, planes de contingencia, etc.
- Actitud de los participantes activos: todo el montaje puede no servir de nada, si la actitud de quienes marcan la pauta desde el escenario no es la adecuada. Desde el primer momento – de hecho, la primera impresión resulta especialmente importante – lo que venga desde el escenario debe estar cuidadosamente planificado para proporcionar una invitación a la bidireccionalidad: los ponentes deben reservar su tiempo para preguntas, o incluso asumirlas durante la charla si lo desean. Las mesas redondas no deben ser sucesiones de presentaciones de cada participante, sino verdaderas mesas redondas. Los moderadores adquieren un papel fundamental, porque se los selecciona no por quienes son, sino por lo bien que estén dispuestos a moderar: buenas preguntas, bien preparadas, sensibles al contexto, con la corrección adecuada pero la dureza necesaria, y con la actitud de querer recoger participación del público, pero cortar lo que no lo sea.
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