“Entendemos la tolerancia como el respeto que debemos tener hacia las opinones o prácticas de los demás, aunque las mismas no estén de acuerdo con las nuestras. Todas las personas somos diferentes. Además de no ser iguales, tampoco pensamos de la misma manera.
Victoria Camps, en su libro «Virtudes públicas», dice que: «el respeto a los demás, la igualdad de todas las creencias y opiniones, la convicción de que nadie tiene la verdad ni la razón absolutas, son el fundamento de esa apertura y generosidad que supone el ser tolerante. Sin la virtud de la tolerancia, la democracia es un engaño, pues la intolerancia conduce directamente al totalitarismo. Una sociedad plural descansa en el reconocimiento de las diferencias, de la diversidad de costumbres y formas de vida».
Creemos que la persona que tolera tiene más fácil la negociación debido a que busca la armonía.
Lo primero que tenemos que ser es personas y, a continuación, deberemos saber estar. Muchas veces existen movimientos uniformistas que pretenden que todos pensemos y actuemos del mismo modo. Tratan de influir para que nuestros hábitos de consumo sean semejantes, e incluso para que vistamos una ropa parecida. Esta falta de tolerancia dice muy poco del saber estar.
Si nos relacionamos con otra u otras personas, tendremos que ser muy tolerantes. Es decir, deberemos hacer un esfuerzo importante para tratar de vernos en su lugar. Ello nos lleva a la posibilidad de poder comprenderle de dentro y, al mismo tiempo, a poder adoptar sus propios puntos de vista.
Él saber ser, conlleva el respeto y la practica de las buenas costumbres. Los usos y costumbres han sido, a lo largo de la historia, el exponente de la civilización y de la riqueza cultural de los diferentes pueblos.
Los buenos modos humanizan el trato social, debido a que dignifican a la persona humana y a que fomentan el espíritu de relación y de respeto.
Desde muy antiguo, el uso de las buenas costumbres en la corte, da lugar al nacimiento del término cortesía. En nuestros días, se han simplificado estas lumbres, tratando de evitar la rigidez y el formalismo. Así, las buenas costumbres no se quedan solo en unos simples actos de manifestación externa, sino que reflejan un estilo de vida, el cual surge con naturalidad y espontáneamente en aquellos que poseen un concepto elevado y objetivo de la dignidad humana.
Las buenas costumbres son, a la vez, una manifestación de la cultura y de la elegancia, ambos elementos esenciales en una educación digna de la persona humana. Esa educación integral hace que mantengamos un respeto a las personas con las que nos relacionamos.”
Maqueda Lafuente, Javier; Protocolo empresarial. Una estrategia de marketing, ESIC; Madrid, 2003. p.113.
Devemos aprender o " Ser " para " Ter " o saber e poder !!!
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